Limpieza de las estancias: consejos contra el polvo y la suciedad
Las habitaciones y salas de estar bien cuidadas contribuyen de forma esencial a crear una atmósfera de bienestar en casa. Con un poco de orden y los consejos adecuados, el hogar puede mantenerse siempre impecable con poco esfuerzo.
El orden lo es todo
La limpieza y el orden están estrechamente unidos, pero ambos aspectos deben considerarse por separado. Intentar limpiar una casa desordenada suele ser una carga innecesaria y lleva mucho tiempo. Por lo tanto, es aconsejable ordenar a fondo antes de limpiar.
Recoger correctamente
La forma más fácil de mantener el orden es recoger con regularidad. Ir recogiendo en pequeñas secciones es más fácil y evita que se produzca el temido caos. Las cosas que se pueden recoger rápidamente es mejor ordenarlas de inmediato en lugar de anotarlas en una lista de tareas o en un calendario de limpieza. Todos los objetos del hogar deben tener un lugar fijo. Los contenedores adecuados, como cajas o cestas, pueden ayudar a mantener las superficies despejadas, pero luego hay que ordenarlos de vez en cuando. Evite sobrecargar las superficies horizontales, como mesas, estanterías y alféizares, ya que de lo contrario la limpieza se acabará convirtiendo en una prueba de paciencia.
Minimalismo
Se podrían escribir libros enteros sobre el famoso minimalismo, pero con algunas sencillas consideraciones ya se puede lograr un gran impacto. Cuantas menos cosas se posean, menos habrá que ordenar antes de limpiar y más fácil será mantener el orden a largo plazo. Suena demasiado sencillo, pero es difícil de llevar a la práctica. Al igual que a la hora de recoger, se trata de ir poco a poco: no hay que pretender deshacerse de todas las pertenencias en un fin de semana.
Algo que suele funcionar es plantearse la razón de ser de las propias pertenencias: ¿realmente nos aportan algo todos los souvenirs de la estantería? ¿Es necesario conservar las viejas novelas policíacas? ¿Cuándo fue la última vez que me puse esa prenda? No siempre hay que deshacerse de las pertenencias de manera radical como la experta japonesa en ordenación Marie Kondo. Incluso unos pocos objetos menos pueden agilizar notablemente la limpieza semanal del polvo. Una vez que se haya desprendido de algunas cosas, ordenar vuelve a ser notablemente más fácil.
Mobiliario fácil de cuidar
A la hora de elegir los muebles y los revestimientos del suelo, hay que pensar ya en su limpieza. Las estanterías abiertas tienen un aspecto elegante, pero ofrecen muchas superficies para que se deposite el polvo. Los armarios y cajones cerrados son más fáciles de mantener limpios, siempre que no estén demasiado llenos. Hay ciertas cosas que requieren el espacio de almacenamiento adecuado; por ejemplo, se puede utilizar un organizador para guardar el correo en lugar de ponerlo directamente en la mesa del comedor. Los objetos que se utilizan con especial frecuencia deberían tener un lugar fijo y ser fácilmente accesibles. El material y la textura de las superficies también desempeñan un papel importante. Además, hay ciertos tipos de muebles en los que se puede ver cada mota de polvo. En particular, las superficies oscuras, lisas y monocromáticas tienden a verse sucias rápidamente. Consejo: las superficies de madera natural o de imitación suelen ser visualmente menos propensas a la suciedad.
Tareas de limpieza en el salón y el dormitorio
Consejos para eliminar el polvo
La casa entera, desde el ático hasta el sótano, está reluciente; las ventanas y las puertas permanecen cerradas tras una rápida ventilación; sin embargo, poco tiempo después una finísima capa de polvo se posa sobre los muebles, las plantas y el suelo. Lamentablemente, pasar la fregona, barrer o aspirar a menudo solo ayuda temporalmente, porque en los lugares donde se vive se levanta polvo inevitablemente.
¿De dónde procede el polvo?
Ampliar la imagen a través del microscopio electrónico revela que el polvo es una «mezcla variopinta» de partículas de diferentes tamaños que se mezclan y combinan entre sí. Desde las escamas de piel muerta y las fibras de la alfombra hasta el polen y los pelos de las mascotas, pasando por el polvo fino, todo está ahí: una «comidilla» para los huéspedes no invitados, los piojos de los libros, los ácaros del polvo, las bacterias y las esporas de moho. Según el tamaño y el peso de las partículas, el polvo es arrastrado por el aire circulante a todos los rincones o queda permanentemente flotando sin asentarse.
La composición del polvo doméstico difiere según la habitación, la ubicación de la casa y el número y estilo de vida de los ocupantes. Gran parte de la suciedad la llevamos a las habitaciones con nuestros zapatos. Por esta razón, las rejillas, los felpudos de coco y textiles o los perfiles de goma sirven de «zonas de retención de la suciedad». Colocadas en la entrada, atrapan gran parte de la suciedad que, de otro modo, acabaría en el pasillo o en otras estancias. La ventilación también abre paso al hollín, a las esporas de hongos o al polen.
¿Qué hay que hacer primero: aspirar o eliminar el polvo?
En cuanto a quitar el polvo o aspirar primero, existe diversidad de opiniones. Si se aspira primero, la suciedad puede caer sobre el suelo limpio cuando se limpian los muebles y los objetos. Por el contrario, al aspirar siempre se levanta polvo que se deposita en las superficies recién limpiadas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, lo más sensato es quitar el polvo primero y luego aspirar el suelo. Al limpiar suelen caer al suelo otras suciedades, como migas o pelos, que posteriormente se aspiran. Si se abren las ventanas y se ventila mientras se aspira, gran parte del polvo que se levanta sale directamente al exterior.
Limpieza correcta del polvo
- La mejor manera de eliminar el polvo es con un paño de algodón seco y suave. Como alternativa, existen paños especiales para el polvo que se cargan electrostáticamente y, por tanto, atrapan mejor la suciedad.
- Si el paño se dobla dos veces, hay 8 secciones de igual tamaño que pueden utilizarse sucesivamente para limpiar. De este modo, el paño puede utilizarse durante más tiempo antes de tener que lavarlo.
- Incluso las superficies pequeñas, como los marcos de los cuadros y las puertas, los radiadores o las hojas de las plantas de interior, se llenan de polvo, por lo que hay que proceder siempre de forma sistemática y trabajar de arriba abajo.
- A primera vista, la mejor opción parece ser pasar un paño húmedo, pero este método suele mojar el polvo. Si, a pesar de todo, quiere pasar un paño húmedo, este no debe estar demasiado mojado, ya que de lo contrario quedarían manchas de agua.
¿Con qué frecuencia se debe limpiar el polvo?
La frecuencia con la que se quita el polvo depende principalmente de las necesidades personales de limpieza, aunque las condiciones de vida también desempeñan un rol importante. El que vive solo y pasa mucho tiempo fuera de casa, tendrá que pasar el plumero con menos frecuencia que una familia de cuatro miembros. Como regla general, la mayoría de los hogares debería quitar el polvo una vez a la semana. En ese momento el polvo ya es visible, mientras que el nivel de contaminación todavía es soportable para la mayoría de la gente.